domingo, 10 de mayo de 2020

La catedral del mar (2020)

Nunca lloré tanto con una serie.

“La Catedral del Mar” (Netflix) muestra a través de las diferentes tramas que anudan su historia, cómo la empatía hacia el otro a veces es la única posibilidad de transformar la realidad, de dar oportunidades de superación a las personas. La primera situación que alimenta esta idea sucede cuando el abuelo de Arnau dialoga con su hijo Bernat. Allí nos enteramos que su dote (dinero ahorrado que las familias destinaban para el casamiento de sus hijos) ha ido a parar completamente a manos de su única hija Guiamona (y al marido de ésta, artesano). Este hecho permite que quien se unió en matrimonio con ella pueda acceder a mejores negocios, convirtiéndose de antiguo artesano en un exitoso mercader. Esto, a su vez, le permitirá codearse con la nobleza y acceder a los beneficios que eso conlleva. Estos cambios ilustran la movilidad social propia de la época de transición desde el Antiguo Régimen hacia el primer mercantilismo. Pero volviendo a mi idea sobre la empatía como posibilitadora del cambio social, cuando más adelante, al escapar de los tratos violentos de su amo, Bernat acuda a pedir ayuda a Barcelona, será su hermana quien se la dé, esgrimiendo con su esposo ese beneficio al que su hermano renunciara. Otro ejemplo de empatía es cuando Joan, amigo de Arnau, es aceptado por el padre de éste, algo que cambia su destino. Joan tenía un padre que no lo aceptaba. Su esposa lo había “deshonrado” estando con otro hombre (las escenas del confinamiento de su madre son de las más estremecedoras de la serie, si se piensa que ese era el trato que se dispensaba a las mujeres que no obedecían a su esposo). Con el tiempo, Joan termina sus estudios y, cuando adolescente, luego de salvar la vida del Rey Pedro de Barcelona, éste le cumple el deseo de ir a estudiar teología a Bologna. Podemos ver en toda la serie la tensión entre las estructuras sociales y las libertades individuales. El personaje de Bernat huye desde el campo a la ciudad, escapando de su amo, que le ha jurado la muerte. Podemos ver este fragmento de la trama como punto de giro en la autoconciencia del personaje. En Barcelona cambiará la actitud de Bernat (en parte por lo avanzada que está esa ciudad en cuanto a los derechos individuales: ligada al puerto, el epicentro de las actividades comerciales de entonces, es sede de la burguesía en ascenso) y en parte porque sabe que su hermana lo protegerá. Estos elementos dan a Bernat una “base” para poder “desobedecer” a su destino de vasallo: la inmovilidad social como estigma paradigmático de la Edad Media. Pero el cambio también expresa un desarrollo de la conciencia individual de Bernat: él ya no se siente un esclavo. Y la primera oportunidad que le den, se lo hará saber a quien sea. En la escena en que defiende a su hijo de una reprimenda violenta por parte del dueño de la caballeriza donde trabajan, Bernat amenaza de muerte al hombre, sin medir las consecuencias. Es la dignidad que le “devuelve” su propia autoconciencia de hombre libre. La serie también nos permite analizar las sociedades de la época y sus comportamientos hacia “lo extraño”, hacia “el otro” entendido como comunidades o minorías que no es posible incluir en la comunidad “oficial”. Los casos de estigmatización del “extranjero” (siempre tratado como un bárbaro) son frecuentes. El personaje de Bernat es considerado un fugitivo, un ladrón y un asesino (ha matado a un hombre, sí, pero por accidente, intentando salvar a su hijo). La mancha del delito pesa sobre él y agrava aun más el condicionamiento social por ser vasallo. Ambos atenuantes no permiten que llegue a ser un hombre libre en los hechos, a pesar de que él no se rebaje ante nadie. Esto mismo es lo que sostiene, por un lado, el conflicto interno del personaje y, por el otro, la tensión en la trama de la historia. En cada uno de sus actos, será permanentemente desplazado tanto por su historia individual como por su origen de clase. En el capítulo cuatro se refleja la época en que Europa es asolada por la peste bubónica. Puede verse la cuestión de la culpa cristiana, pero lo más significativo, el símbolo paradigmático del estigma, aparece en esas cruces blancas que delatan las casas de los contagiados. Las turbas religiosas fanáticas del cristianismo, condenan a los judíos de Barcelona, acusándolos de “traer” la pestilencia a la ciudad. Cualquier similitud con los nuevos estigmas desatados por el COVID-19, no son mera coincidencia, sino reacciones de sociedades asustadas frente a lo desconocido, hacia lo inexplicable (en la edad media y hoy, un virus letal). La serie visibiliza el lugar reservado para la mujer en la sociedad de la Edad Media. Como sabemos, para una vasalla, su indignidad era triple: por mujer, por esclava y por representante en la Tierra del pecado original: era la culpable de conducir al hombre a la lascivia, previo pacto con el “diablo”. Tratada como una cosa, sin derechos de ciudadana libre, y mucho menos de ser considerada una persona, el hombre disponía de ella a su antojo. La que no era fiel a su esposo era encerrada de por vida entre cuatro paredes u “obligada” a una vida en la prostitución. En fin, todos los personajes pertenecientes a grupos que entonces se consideraban minorías sin derechos (mujeres, judíos, prostitutas, esclavos en general) buscan, en algún momento de la narración, ir más allá de las limitaciones impuestas por las instituciones de la época. Pocas veces lo logran, y no sin pérdidas, castigos o sufrimiento, ya que dependen de la empatía de personas de estamentos superiores. La empatía, si bien clave en el otorgamiento de posibilidades de progreso personal, también nos demuestra que sin un cambio de las condiciones materiales de existencia y, claro está, de las leyes vigentes en una época, la plena libertad no es posible más que como una luz intermitente bajada del cielo. De esos relámpagos de libertad está hecha La Catedral del Mar.

domingo, 2 de septiembre de 2012

The reader (2008)


The reader (2008), de Stephen Daldry.
Con Kate Winslet, Ralph Fiennes y David Kross.

Es una película que cuenta la historia de Michael, un hombre que recuerda sus años de adolescencia en la Alemania de los años 40. Un día, volviendo de la escuela luego de una lluvia fuerte, el muchacho sufre una descompostura. Una mujer, Hannah, que lo dobla en edad, se cruza en su camino y lo ayuda, llevándolo a su casa. Así comienzan una relación sentimental. El chico deja a su familia y se va a vivir con ella. Más tarde, la relación fracasa. Unos años después, ya en la universidad donde estudia derecho, Michael asiste como público a unos juicios a oficiales de la SS que se desempeñaron durante el régimen. Allí descubre que Hannah (Kate Winslet) es una de las personas que está siendo juzgada. Michael tiene las pruebas suficientes para que la condena de Hannah se reduzca, pero ésta no quiere utilizarla.

La película es crítica de los juicios que se hicieron en la Alemania post-nazi y hasta arriesga a tomar postura sobre la sociedad alemana en su complicidad moral con el régimen.